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Después de la pandemia

Comienza estas semanas un curso masónico atípico, tal vez -esperemos- único, debido a las consecuencias que la pandemia provocada por el Sars-cov2, que desde el mes de marzo ha trastocado toda actividad asociativa de un modo nunca conocido.

La imposibilidad de realizar reuniones presenciales ha implicado una paralización casi total de la actividad masónica. Probablemente, el Triángulo Cierzo hemos sido el único organismo masónico de Aragón que no ha detenido su actividad: durante el confinamiento a través de videoconferencia y después presencialmente de acuerdo con la legislación vigente y aplicando las medidas sanitarias necesarias.

Sólo los grupos menos numerosos hemos tenido el extraño privilegio de poder reunirnos en nuestra sede, chocarnos los codos y mirarnos a los ojos sin pantallas ni micrófonos de por medio, aunque siempre con la deshumanizante mascarilla puesta.

Los talleres del Gran Oriente de Francia solemos elegir durante la primera reunión del curso masónico la Cuestión a estudio de entre las que se proponen en la Asamblea General. Este año la asamblea ha sido suspendida y no hay propuestas. Este curso será distinto en muchos aspectos, también en este.

El libro blanco

Pero a cambio, desde el mismo momento del confinamiento, los miembros del órgano ejecutivo de la federación (llamado Consejo de la Órden) pusieron en marcha la inicativa de crear entre todas las logias y sus miembros un libro blanco, una herramienta útil a la sociedad surgida de miles de mentes puestas a trabajar en un fin común.

Analizar y reflexionar sobre las situaciones sociales que la pandemia ha evidenciado.

Han surgido muchas preguntas. Escuchamos aquí y allá que nada será como antes, que hay que cambiarlo todo. ¿Realmente es tan evidente? Un ser microscópico ha logrado en muy poco tiempo imponer alto el fuego, desbloqueos de fondos excepcionales, etc.

Se han puesto bajo el foco numerosas disfunciones y anomalías, particularmente en la gestión y organización de los servicios públicos, así como nuestras carencias en investigación y desarrollo en las áreas científica, tecnológica e industrial. Se ha revelado que el trabajo de aquellos que realizan funciones esenciales para el buen funcionamiento de nuestro país, en muchos casos es despreciado y mal pagado.

La igualdad ha aparecido desnuda en toda su crudeza, como un relámpago que nos recuerda nuestra vulnerabilidad a la enfermedad y la muerte.
Todos somos iguales ante la estricta igualdad de nuestras condiciones de seres humanos que enferman y mueren: poderosos, ricos o pobres. Lo supimos de manera inconsciente y diletante. Lo hemos experimentado ahora de una manera real, a veces cruel.

Se nos propone explorar lo que podría ser el mundo «Después…» de lo que acabamos de experimentar.

Se proponen tres ejes principales de trabajo:

La Ciudadanía, el Estado, el Mundo…

Es una invitación a la reflexión sobre los organismos locales, nacionales o internacionales, ya sean económicos, sociales, políticos…
La situación de pandemia ha revelado que estamos en un sistema de intercambio de bienes y servicios, de información. Esta interdependencia de todos con todos ha mostrado en muchos casos debilidades y grandes vulnerabilidades, pero también las fortalezas de la humanidad, destellos de altruismo, incluso pepitas de humanismo.
Apela a los conocimientos y la experiencia sobre la situación económica, social y política, sobre la salud y la educación, el trabajo, ciencia y tecnología y la solidaridad.

El individuo y la sociedad

Propone una especie de introspección como individuos. El confinamiento actuó como indicador de la naturaleza humana. El hiperindividualismo y la confrontación con la coerción común implica una relación con
uno mismo que ahora es diferente. Yo, conmigo y con el otro.
¿La resiliencia puede obrar y permitir la reconstrucción? ¿Qué aprendemos del pasado?
Se trata de analizar el comportamiento de los individuos como participantes de un colectivo. El bien público debe ser considerado como una dimensión existencial primordial de nuestro futuro. Esto impone un reparto coherente de espacios y riquezas que no son o ya no son únicamente materiales. Debemos participar en hacer que el mundo complejo sea legible y habitable.
¿Debemos repensar nuestra ética personal como ciudadanos? ¿Cómo fortalecer la hospitalidad, la solidaridad y el altruismo y cómo compartirlos mejor en nuestra sociedad? ¿Cómo mejorar la conciencia de la dimensión ciudadana de cada uno en una dimensión más global para construir una humanidad más justa e ilustrada?

Un nuevo horizonte: prospección masónica

Este punto está destinado a ser prospectivo. Dar rienda suelta, con la ayuda de nuestros principios masónicos y nuestro proceso iniciático, a lo que tanto amamos en la Masonería; a saber: la utopía constructiva.
La Masonería se verá aquí como un laboratorio experimental en un mundo
compartido y fértil para todos. El objetivo es construir un cuerpo de pensamiento humanista lo más coherente posible.
Puede que haya llegado el momento de las utopías realistas.
¿Qué hemos aprendido de esta crisis? ¿Qué sociedad queremos para mañana? La enfermedad, la muerte, el duelo, el valor de la vida son nociones que han sido sacudidas. ¿Cómo repensar estos conceptos en continuidad o en ruptura? ¿Cómo puede la filosofía del universalismo humanista ayudar a dar respuestas a la situación de pandemia que hemos atravesado?

No queremos ser simples testigos silenciosos de esta transición al «Después» de la pandemia.

Este libro blanco será testigo de nuestra lectura del mundo. Deseamos contribuir arduamente a ello. Trabajar para hacer de la reflexión un canto de esperanza. Una deconstrucción, lo más racional posible, para convertirla en una poesía existencial, la reconstrucción del mundo ulterior.

Lo haremos mediante el método masónico, que es el que compartimos y que nos distingue de otras organizaciones. Se hará a la luz de los valores que defendemos: la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad y la Laicidad.

Nuestro pensamiento analógico permite un análisis racional compatible y hace posible la producción de utopías constructivas. Por ello, se puede implementar muy fácilmente. Así es como solemos practicar lo que llamamos la «prospectiva masónica”.

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