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Democracia masónica

En el anterior artículo comentábamos que hay una serie de implicaciones en su historia que hacen del Gran Oriente de Francia un referente indiscutible de la masonería a nivel mundial. En este artículo veremos la relación del GODF con la democracia.

Valores democráticos

Una de las primeras implicaciones tiene que ver con los valores que propugna, defiende y practica el GOdF. La tríada Libertad-Igualdad-Fraternidad sólo puede aplicarse desde la participación democrática.

Como hemos visto, la organización del Gran Oriente de Francia se aleja mucho de la imagen del maestro de logia vitalicio, apoltronado en el cargo durante años y años sin que exista una renovación.

Este cambio -revolucionario en su momento- fue posible gracias a la introducción de la más absoluta y estricta democracia en las logias.

Votación democracia  blanco y negro
Las votaciones se realizan mediante bolas blancas (a favor) y negras (en contra)

Desde entonces, al final de cada curso masónico todas las logias del Gran Oriente están obligadas a realizar un proceso de votación para los cargos del curso siguiente.

Nada impide la reelección en el cargo de Venerable Maestro (presidente) o cualquier otro, pero en general -y por coherencia con lo que veremos más adelante- nadie permanece en un cargo más de tres años.

La coherencia hace que esta democracia se extienda a todos lo niveles y poderes de la organización (local > regional > general | legislativo > ejecutivo > judicial), de tal manera que en ninguno de los niveles ningún cargo puede ser ocupado durante más de tres años por la misma persona.

Esto incluye al Gran Maestro, la figura más destacada dentro de cualquier federación masónica (pero, en el caso del G.O.d.F., ni más importante ni con mayor poder que cualquier otro masón con su antigüedad).

Separación de poderes

El Gran Oriente de Francia bebe directamente de las fuentes ilustradas que formularon las premisas posibilitadoras del fin del Antiguo Régimen, pues su consolidación coincide con este periodo histórico.

La separación de poderes formulada por Montesquieu es probablente la primera y más clara transmisión de la ilustración a nuestra federación masónica, que organiza sus órganos administrativos bajo esta premisa.

De este modo, en el Gran Oriente de Francia existen los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial con absoluta independencia entre ellos, y con una rotación de miembros en los cargos electos que garantiza la neutralidad caso de darse algún conflicto.

Una logia, un voto

El Gran Oriente se considera a si mismo una federación de Logias entre las que rige la más estricta igualdad. Por este motivo, los votos de todas las logias representadas en el órgano legislativo (el Convent ) valen lo mismo.

Esto difiere mucho del sistema de «número de votos proporcional al número de miembros de la logia» que practican la gran mayoría de federaciones masónicas, también en España. De este modo el equilibrio de fuerzas en las votaciones se reparte de un modo mucho más equitativo, existiendo una democracia basada en la igualdad.

Un ejecutivo siempre estable y cambiante

El poder ejecutivo (es decir, el grupo de trabajo encargado de administrar la federación y poner en práctica las decisiones del Convent) se llama Consejo de la Orden.

Sus miembros se renuevan por tercios y cada mandato tiene una duración de tres años. De esta manera, cada año se renueva un tercio del consejo para un periodo de tres años.

Este sistema de rotación escalonada hace que los miembros que llevan más tiempo puedan cooperar con los recién llegados en mantener la estabilidad, pero al mismo tiempo la limitación a tres años propicia una renovación constante, que evita inmovilismos y personalismos.

Garantías frente a los conflictos

Los masones no dejamos de ser personas normales, así que pueden llegar a darse desencuentros o situaciones de conflicto en el seno de las logias. Para resolver estas situaciones existen instancias en las que poder resolverlas. Ellas son el poder judicial.

La propia logia es la primera instancia en la justicia masónica. A nivel regional existe una segunda instancia y finalmente la Cámara suprema de justicia a nivel federal.

Estas tres instancias garantizan que nadie puede ser expulsado arbitrariamente sin un juicio justo.

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