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Humanidad Aumentada*

Interfaz Humano-Máquina (IHM) o mejor… Humanidad aumentada

Cada vez más especialistas hablan de IA, humanidad aumentada, transhumanismo e hibridación humano-máquina (también conocida como Cyborg). Hablan de un punto de inflexión que podría aparecer durante este siglo.
En este artículo analizaremos lo que podría ser ficción y lo que ya es muy real. El objetivo es abordar esta cuestión y ver cómo la masonería encaja en estos temas.

¿Cómo abordamos la integración de los elementos tecnológicos con los seres humanos?

Retrocedamos en el tiempo hasta principios del siglo XVIII, cuando aún no existía la electricidad. En todo caso, los aparatos eléctricos aún no se habían inventado si bien los fenómenos eléctricos se venían observando desde hacía mucho tiempo.

¿Cómo podríamos describir el mundo actual a alguien del siglo XVIII? O peor aún, a alguien de 10.000 años antes de nuestra era. ¿Cuántos elementos de nuestra vida cotidiana resultarían mágicos en su mente? Debemos tener en cuenta estas preguntas para ser conscientes de que no sabemos. Menos aún cuando se trata del futuro. Además, no olvidemos que nuestra evolución tecnológica se
basa en una curva exponencial: lo que hoy parece impensable puede convertirse en un algo
cotidiano —y banal— mañana.

A continuación, introduciremos el concepto de Inteligencia Artificial (IA), clasificándola según sus capacidades:

  1. Artificial Narrow Intelligence (ANI) Inteligencia Artificial Estrecha: se trata de una inteligencia artificial de actividad única. Se trata de una IA especializada en un campo concreto; por ejemplo, Alphago, que puede vencer a los mejores jugadores del mundo en el juego de GO.
  2. Artificial General Intelligence (AGI): Inteligencia Artificial General: IA capaz de resolver problemas muy variados, igual que podemos hacer los seres humanos (hacia 2040, según estimación media de los expertos).
  3. Artificial Super Intelligence (ASI): IA con capacidades superiores a las de la especie humana (hacia 2060, según estimación media de los expertos).

Ahora que hemos abierto nuestro espíritu crítico a las posibilidades, intentemos visualizar cómo está formado nuestro cerebro. Resumiendo la explicación al máximo, podemos decir que el cerebro se compone de 3 partes principales:

  1. El cerebro reptiliano, que es la parte instintiva (la rana)
  2. El cerebro límbico, que es la parte emocional (el chimpancé)
  3. El neocórtex, que es la parte cartesiana del cerebro (el humano)

No se plantea la cuestión de cómo se comunican estas tres partes, pues se hace de forma natural y completamente transparente. Pero fijémonos en el proyecto Neuralink de Elon Musk: la idea es integrar un implante cerebral capaz de interactuar con nuestro cerebro de una forma —también— natural y transparente. Si esta idea se complementa con una IA, obtenemos un ser humano «aumentado» de manera considerable:

  • Acceso a una base de datos mundial casi instantáneamente.
  • Realización de cálculos complejos.
  • … (sólo nuestra imaginación impondrá límites).
Imagen generada por IA

Utopía o distopía

Hay, por supuesto, varias maneras de ver las cosas, y depende esencialmente de nosotros cómo verlas. Desde la posición de las herramientas masónicas, nos encontramos en el intersticio del suelo ajedrezado, y sólo cuando nos movemos se vuelve blanco o negro (con más o menos matices). Soy una persona optimista, pero también cartesiana. Y he aquí una lista de algunos de los aumentos de las capacidades humanas que ya existen:

  • Empecemos por las gafas y los audífonos.
  • Para ir un paso más allá, nuestro antiguo Gran Maestro Christophe Habas hablaba a menudo de implantes oculares para recuperar parcialmente la vista.
  • Después, el control remoto de ordenadores mediante el pensamiento (probado en humanos a desde de 2019).
  • También existe la posibilidad de devolver la motricidad a las personas discapacitadas.

Estudios realizados entre la población francesa muestran que más de 2/3 de la población piensa que el desarrollo de este tipo de tecnología es inevitable, pero 2/3 de esta misma población está preocupada o incluso inquieta ante la idea.

Es cierto que las máquinas tienen errores y pueden fallar. Estas interfaces también podrían ser pirateadas. Para poner esto en perspectiva, podríamos establecer un paralelismo con los grandes descubrimientos físicos a nivel atómico, que pueden salvar vidas en el ámbito médico pero también pueden destruir vidas a gran escala, si pensamos en la bomba atómica. Los avances en biología
nos permitieron hacer frente a una pandemia de una forma que nunca antes había sido posible.

¿Cómo puede posicionarse la francmasonería ante estos retos?

Sin entrar en el concepto de inmortalidad —que desde mi punto de vista es más un deseo que una realidad alcanzable y/o deseable a medio o largo plazo—, las nuevas tecnologías, en sentido amplio, nos están llevando a replantearnos el paradigma homo-sapiens.

Esta evolución deberá incluir las nociones de ética y moral, pero también de los deberes que estos avances generan. Tal como dice el refrán «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Ahí es donde entra la implicación personal de las masonas y los masones.

La masonería tal y como la conocemos nació en el siglo XVIII. Por lo tanto, vivió la evolución tecnológica mencionada más arriba y sus consecuencias. No nos cabe duda de que estaremos a la altura delos retos de nuestro tiempo. No es necesario citar todo el artículo 1 de la Constitución del Gran Oriente de Francia, pero dos pasajes son particularmente interesantes para la cuestión que nos aborda:

«Una sociedad esencialmente filantrópica,filosófica y progresiva»

Tomamos nota de la parte filosófica, que nos permite trabajar más allá de nuestras reuniones sobre este tipo de tema con fuerza y una gran capacidad de abstracción, al tiempo que lo situamos en el contexto de nuestra condición humana.
Por otro lado, también es un enfoque progresivo que nos permite hacer una mejora regular y continua en tanto seres humanos que somos.

«Trabaja para la mejora intelectual y social de la Humanidad»

Me gustaría poner estas dos cuestiones en perspectiva con una cita del filósofo Bertrand Russell, que escribió en 1932 un artículo titulado El elogio de la ociosidad:

… la creencia de que el TRABAJO [en mayúsculas en el texto] es una virtud es la causa de grandes males en el mundo moderno, y que el camino hacia la felicidad y la prosperidad reside en una reducción metódica del trabajo.

Bertrand Russell. Elogio de la ociosidad.

Así pues, imaginemos que nuestro futuro se llama Homo sapiens technologicus, como dice Michel Puech en su libro del mismo nombre. E imaginemos que estas nuevas tecnologías y nuevas capacidades nos permiten dejar de trabajar como lo hacemos hoy. Entonces sí, la ociosidad positiva nos permitiría tener tiempo para trabajar como nos gusta hacer simbólicamente: desde mediodía hasta medianoche. Esto podría conducir a una mayor emancipación humana y a un espacio-tiempo en el que podríamos tomarnos más tiempo para compartir, intercambiar y transmitir nuestros valores con nuevas capacidades de abstracción.

Se podría trabajar en colaboración con la CNERUI (Comisión de Estudio sobre la Renta Básica Universal), para construir este nuevo paradigma de la relación con el trabajo a la luz de los avances tecnológicos.

Para concluir: soy consciente de que les he dado una visión optimista de estos avances, pero ha sido deliberadamente. Como decía Antonio Gramsci: «El pesimismo del conocimiento no impide el optimismo de la voluntad».

*Artículo publicado en el dossier 1/2023 de la Comisión de Desarrollo Digital y Tecnología del GODF


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